For almost a month Allegra has been exploring different ways to fill ‘Dead Space’ by showcasing the seminar Anthropological Knots, an experiment that culminated in the posting of videos of the event’s papers. Today we conclude this experiment with ‘another’ voice, namely a reflection by Julieta Gaztanaga who travelled ‘the world over’ from Buenos Aires to Helsinki to participate in the event. Below she shares some of her sentiments, and does so importantly in Spanish. This choice becomes a commentary for the subtext of Knots, which characterises our ‘international’ academic sphere very generally: it is an English-speaking context dominated by either native speakers or those who are able to come close, with distinct additional criteria for inclusion and exclusion, as we noted among others in our ‘Savage European’ experience at the AAA 2013.
Although we are jointly aware of the dominance of English – and yes, having a lingua franca does also come with certain advantages for how else could we communicate across very narrow linguistic borders – this reality comes also with severe shortcomings. It cannot but compromise our ability to genuinely see ‘the other worlds’ to which we as anthropologists should be particularly sensitive to. However, with no further ado: thank you Julieta Gaztanaga for sharing these thoughts with us & looking forward to continuing our shared explorations of what those ‘other worlds’ hold in store for us!
The knot and its process. El nudo y su proceso.
Abstract
This short essay draws on the inspiring questions, aporias, conundrums, observations, remarks, comments, ironies, and especially the humorous notes delivered at the Anthropological Knots symposium organized by the Social and Cultural Anthropology Department at Helsinki, in association with HAU-N.E.T. While I’m departing from there, I would also like to take this opportunity to reflect upon certain threads that I believe could further those highlighted by speakers, commentators and the audience. I will try to do so by means of two distinctive pathways.
First, I like to contribute and push further some of the ideas developed around the metaphor ofanthropological knot(s). How? By considering some questions-knots that can potentially challenge certain pre-assumptions pertaining to the ways in which anthropology is entangled in the world in which it is practiced. I believe this could be summarised through the following questions: is it possible to focus on the relations between anthropology’s conceptual possibilities and epistemic practices —namely anthropology’s intellectual and practical location in the world— from a processual perspective of its own knots? To what extent is this entanglement with the world’s possibilities, changes and transformations a ‘total’ endeavour — of a interpersonal, social, moral, esthetic and productive nature? How does this imply the ubiquity of comparison and ethnographic fieldwork as more than mere techniques and methodological inputs, but conditions of conceptual rigor and attachment to the-world(s) we (all) belong to, dwell, transit, observe, occupy, imagine, desire, and so on?
On the other hand, writing this piece in Spanish (my native language) is partially intended atchallenging our theoretical and pre-theoretical commitments; in this case those related with the use of the English language as a sort of ontology of understanding —which is not, of course, restricted to the academic context. This idiomatic decision is also a political statement: to use a language widely spread and spoken, rich and diverse, although severely attached to a fierce inequality worldwide. (A few slogans are sufficient to express this critical connotation: otro mundo es posible; ya basta; que se vayan todos…). And, of course, this choice is, at the same time, a gesture of apologyfrom the author who admits being incapable of dealing with picturesque —and perhaps even poetic— argumentation in other languages (i.e. guess what? My English is awful! )
All these issues are also connected with the anthropological aftermaths of seeking otherness through the lenses of the —unresolved but wished to be so— universal/particular tension, instead of focusing on the changing dynamics and processes of production of the various tensions that nurture it. Nevertheless, and although nostalgic, this anthropological token also has a cheerful side (although perennially problematic as well), beautifully described by Levi Strauss in Tristes Tropiques. I am referring to placing the ‘origins’ of the anthropological gnoseology within ‘We/Them’ dynamics of relationships, in-process, and by a restless attitude of creative-curiosity— of course, not only for it encourages imagination but mainly for it leads dialectically to critical questioning.
Resumen
Este breve trabajo surge de reflexionar acerca de un conjunto de preguntas, aporías, encrucijadas, señalamientos, comentarios, ironías y especialmente humoradas, que circularon en el marco del simposio Nudos Antropológicos, organizado por el Departmento de Antropología Social y Cultural en Helsinki, junto con HAU-N.E.T., el cual tuvo lugar el 15 de enero pasado, en la capital finlandesa.
Partiendo, entonces, desde los sugerentes interrogantes ofrecidos por los conferencistas, comentaristas y personas del público durante la jornada, quisiera aprovechar esta oportunidad para reflexionar acerca de algunas cuestiones que considero que podrían llegar a colaborar en subrayar y, en el mejor de los casos, enriquecer, su importancia. Intentaré acometer esta tarea por dos caminos articulados.
Por un lado, busco contribuir a la construcción de un enfoque complementario a esta maravillosa idea de nudo(s) antropológico(s). ¿Cómo? En principio, considerando, entre las cuestiones anudadas durante el mencionado evento, particularmente aquellos relevantes para desafiar ciertos presupuestos respecto de los modos en que la antropología se involucra, se engancha, con el mundo donde es practicada. Creo que esto objetivo podría ser planteado más evocativamente a través de las siguientes preguntas: ¿Es posible focalizar de manera renovada en las relaciones entre las posibilidades conceptuales de la antropología y sus prácticas epistémicas —es decir, el lugar intelectual y práctico de la antropología en el mundo— desde una perspectiva necesariamente procesual, incluyendo aquí a sus nudos, ataduras y escollos?
¿Hasta qué punto el compromiso de la antropología con las posibilidades, cambios y transformaciones es un esfuerzo “total” —de naturaleza interpersonal, social, moral, estética y productiva—? ¿En qué sentido este esfuerzo implica tomar en cuenta la ubicuidad de la comparación y del trabajo de campo etnográfico, no meramente como técnicas y agregados metodológicos, sino como condiciones de rigor conceptual e involucramiento con los mundos a los cuales pertenecemos, habitamos, transitamos, observamos, ocupamos, imaginamos, deseamos, etc.?
Por otro lado, está la decisión de escribir este trabajo en español, mi lengua materna. Esto tiene que ver, en parte, con ir desafiando (lo cual entraña sus riesgos, obviamente) algunos de nuestros compromisos teóricos y preteóricos; en este caso, respecto del uso del inglés como una suerte de ontología de la comprensión —lo cual, por supuesto, no es privativo de los contextos académicos—. Una decisión que también entraña una afirmación política: utilizar un lenguaje extenso, rico, diverso, y hablado en todo el mundo, aunque severamente asociado con la igualmente mundial desigualdad, tan feroz e históricamente establecida. (Algunos eslóganes son suficientes para expresar esta connotación crítica del idioma español: otro mundo es posible; ya basta; que se vayan todos…). Y bueno, también se inscribe en el ejercicio de la honestidad personal, ya que esta elección puede ser leída como un gesto destinado a salvar a quien suscribe de las cenizas de su capacidad fallida para lidiar con argumentos pintorescos -y hasta poéticos— en otros idiomas (i.e. ¿adivinen qué? mi inglés deja bastante que desear!)
Ciertamente, ambos caminos apuntan a seguir explorando las consecuencias de que la antropología se haya consagrado en la tarea de encontrar y consolidar nichos de alteridad (u otredad) a través de las lentes de la tensión universal/particular (irresuelta, pero animada por las ansias de serlo), en lugar de haber otorgado prioridad a la dinámica cambiante y los procesos de producción de las tensiones que animan a aquella.
Este problema antiguo que no ha sido realmente zanjado, está evidentemente muy anudado con la diversidad de maneras de practicar la antropología en la desigualdad del mundo. Con todo, esa imagen, ese símbolo nostálgico, tiene su lado alegre (aunque también perenne en su problematicidad), el cual fue descripto hermosamente por Levi Strauss en Tristes Tropiques. Me refiero a ubicar los “orígenes” de la gnoseología
antropológica en las dinámicas iterativas del nosotros/otros, en proceso, a través de una incansable actitud de curiosidad creativa —por supuesto, no sólo porque alienta la imaginación sino principalmente porque conduce de manera dialéctica a su cuestionamiento crítico—.
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Notas preliminares
Cuando me enteré que se realizaba el simposio en la capital finlandesa, imaginé que sería fantástico poder escuchar en vivo y en directo a las figuras que lo protagonizarían. Sabiendo que iba a estar pasando mi verano en el viejo continente, sin congresos mediante, parecía mejor aún: ir a escuchar, observar, aprender, y en el mejor de los casos conversar, con otras y otros embarcados en la misma aventura de la generosa propuesta de #anthroknots. Además tenía el sabor del desafío de transitar el proceso de haber dejado atrás un Buenos Aires sofocante con medias de 40 grados poco tiempo antes.
Me inscribí apresuradamente y mucho después leí con detenimiento la propuesta, y reparé en las repercusiones entre otras personas reunidas por el entusiasmo común de pensar y construir espacios de realización conjuntos (de reunión, debate, preguntas, intervenciones, comprensiones…) basados en la convicción de la importancia, del valor de los esfuerzos colectivos.
El título del simposio, no obstante, me incomodaba un poco. ¿Nudos antropológicos? Debo admitir que continúo sin poder llegar a formular una razón bien fundamentada; pero aún sin ella, la sensación era, indefectiblemente, de incomodidad. Y estaba, en gran medida, relacionada con estos interrogantes: ¿nudos metafóricos?, ¿nudos literarios?,
¿nudos de relatos, historias y experiencias? ¿A qué iban los organizadores con ese término? ¿Qué sentidos lo secundaban y cuáles buscaban evocar deliberadamente? ¿Cuáles no? ¿Con qué alcances? ¿Nudos en crisis, como crisis? ¿Contextos, procesos, relaciones conceptualizadas a través de nudos? Sí, reconozcámoslo, todo esto suena algo pretencioso — ¿usted se hace todas estas preguntas antes de asistir a un evento donde solamente participa como audiencia?—. Pero es sólo aparentemente, ya que estoy elicitando un proceso de reflexión producido a través de conectar (¿anudar?) conceptos, imágenes y sensaciones desde la ventaja que brinda lo reversible del tiempo, i.e. antes, durante y después del evento.
Del evento al acto
Para desenredar un poco esta madeja de preguntas confundas, a continuación quisiera plantear algunas referencias tomadas de los cuatros bloques de intervenciones que sentaron la estructura del evento junto con la presentación a cargo de Sarah Green. Para esto, utilizo como referencia los nombres de los conferencistas y comentaristas, respectivamente si bien incluyo cuestiones surgidas de las preguntas del público, aunque su referencia sea indirecta. El orden cronológico es meramente efecto de mis anotaciones porque afortunadamente las discusiones desafiaron la tiranía de los números ordinales.
- Marilyn Strathern & Jeanette Edwards: Nudos y condiciones de posibilidad de la antropología
Describir etnográficamente es desafiar a través de una suerte de intervención descriptiva. Descubrirse en el reflejo en los ojos del otro implica un proceso, establecer relaciones, como aquel del ‘volverse blanco’ implica la acción de relacionarse (¿también transformarse?) y lee conocimiento de las mismas instituciones que moldean la trama de la desigualdad que establece los parámetros y las posibilidades de cruzar fronteras raciales. ¿Pero es este esquema una aproximación activa, una antropología del ‘becoming’ es necesariamente un enfoque anclado en expectativas?
El acto (o quizás el proceso de los actos) de relacionarse con otros implica intervenir a través de hacer conexiones, establecer lazos, llegar a estar relacionado. No obstante, el término ‘conexiones’ es muy abstracto. Las ‘relaciones sociales’, en cambio, proveen la posibilidad de las variaciones y de observar y detectar la silenciosa acción histórica de las contingencias. El nudo como artefacto posibilita ese pasaje: del llegar a ser al alcanzar (becoming/achieving). Artefacto que, desde la textura etnográfica, abre el camino, además, a los maravillosos efectos de la comparación como ejercicio de habilitar y no solamente describir posibilidades.
- Michael Carrithers & Niko Besnier: La aporía como nudo. Filosofía y después
La ironía no es sólo una figura retórica sino una práctica, que es además un modo complejo de comprender al mundo. La ironía presupone intencionalidad. ¿Pero presupone lucha también? ¿Contestación? Ciertamente es clave el pasaje del esquema suaussureano al bajtiniano; sin embargo, la práctica de la ironía es algo más que múltiples niveles y que intersubjetividad. Entraña también dimensiones de lucha. El espíritu del alter ego de Bajtin, Voloshinov, llamó a esto heteroglosia.
¿Puedes escucharme pero no comprenderme? Necesitamos más personas confundidas. Aquí irónicamente el nudo tiene su contraparte de aporía en lo nudo ya que la nada presupone la existencia de algo que no existe… Suena a esas afirmaciones como las que realiza el estado en el marco de su trabajo de regulación moral, aunque a veces por más incesantes y fuertes que sean esas afirmaciones, los ‘súbditos’, los otros, no las escuchan, no las comprenden, no las acatan.
- Chris Gregory & Joel Robbins: ¿Qué viene después de la economía humana?
El homo economicus representa no sólo el lugar privilegiado del mercado sino la clave valor-activa que permite transformar el interés egoísta en bien público. Si nos esforzamos en que la agencia se desligue de una buena vez de la noción de mano invisible, ¿cómo restablecer la importancia de la acción en relación con los objetos en situaciones de agencia histórica?
¿De qué manera consolidar una ética de posibilidad basada en una probabilidad positiva? ¿Qué riesgos entraña, cuáles somos capaces de detectar y por ende afrontar?
¿Cómo pensar el futuro como categoría analítica clave en nuestros nudos de práctica académica e intersubjetiva? Cómo despejar las variables de esta fórmula que el mercado pretende monopolizar: Probabilidad/ Profecía :: Riesgo / Incertidumbre
No alcanza con detectar; se trata de descentrar, emancipar, desanudar, los totalitarismos del enclave economicista en nuestra propia práctica.
- David Graeber & Jane Cowan: Los imaginarios colectivos de la ‘clase-mediedad’.
La clase media es una categoría política. Ciertamente. Y se expresa en cómo el foucaultianismo se vulgarizó en la década de 1980. ¿Por qué?
Porque representa la universalización de una experiencia de clase particular. Así, la democracia se ha vuelto solamente una cuestión de reglas e instituciones, que desalienta la tarea de la imaginación, y hace que lo recursivo ocupe el lugar de lo productivo. El desafío post moderno también transformó profundamente a la antropología, porque brindó la oportunidad de dejarla fácilmente de lado entre quienes le temían.
Pocas cosas parecen ser más implacablemente desalentadoras. La jaula de hierro convertida en rueda de hámsters.
Sin embargo las posibilidades no se han esfumado realmente. La propuesta de recuperar el momento utópico del trabajo académico tiene como eje crear con los movimientos sociales. Entre los desafíos que ese momento conlleva está el de romper con el proceso por el cual todos ofrecemos ceder a la domesticación —el amaestramiento— como ‘clase managerial’. Por eso es importante que comencemos a percibir nudos, aunque no aceptemos la moralidad de los procedimientos cuyas ramificaciones legales nos atrapan.[1]
Entonces, desanudar (y otras formas de desalambrar)
¿Qué ejes pueden trazarse a través de estos cuatro conjuntos de observaciones y aseveraciones críticas? Por un lado, las referencias directas e indirectas a los nudos, parecen oscilar entre lo detectado como problema y los mecanismos de la problemática. Es decir, van y vienen entre identificar lugares, espacios, relaciones donde focalizar, los aspectos problemáticos, y la práctica antropológica que les atribuye importancia, su valor.
Cabe enfatizar que aquí cabe una discusión más profunda acerca de si son las mismas bases para la práctica etnográfica; pero, en definitiva, se trata de una práctica que remite a compromisos y obligaciones entre personas más que entre instituciones, y cuyos fundamentos morales, derivaciones prácticas y éticas, potencialidades y alcances anudan la estanca división dentro/fuera de las universidades y los centros de investigación.
La recurrencia de ciertos locus como el de la intervención apunta también a la dimensión de la posibilidad, de las posibilidades, ya que sugiere no sólo actos sino una suerte de actitud cognoscitiva anclada en el poder de la utopía.
Algunas preguntas compartidas
¿Qué relación tiene esta manera de concebir los nudos con la lógica del dilema? ¿El problema radica en las coordenadas conceptuales antropológicas y la problematización en la escala de la indagación etnográfica?
¿Cómo contextualizar lo que se presenta como posibilidad? ¿Cómo relevar el proceso sin cortar el nudo? ¿Qué sugieren estas formas diversas de contextualizar nudos intervención en antropología?
¿Qué epistéme es capaz de abrazar los siguientes fragmentos: repensar nuestra modernidad tardía o inclusive el pre- iluminismo; estructurar otros pasajes como lengua/habla :: ironía/aporía; diseñar el futuro como relación humana; buscar salidas al laberinto del postestructuralismo.
Algunas lecciones aprendidas
– el nudo no es nuda vida, sino ante todo proceso social cuya resolución potencial es también su forma de realización (en el sentido marxista del término).
– es obstáculo, detectado o no, asequible a la distancia o entroncado en la emoción, que requiera de un compromiso o se presente en el desapego,
– remite a ejes conceptuales y de práctica, que contribuye a construir y socializar herramientas con las cuales expresar/interpretar/comprender experiencias y sobre todo dar sentido a los contextos, acciones y relaciones que les otorgan valor.
– aliena un esquema epistémico de práctica académica y compromiso iterativo, ser y estar en y entre procesos colectivos
– es bueno para pensar y también para actuar
Rodeos, procesos, celebraciones
Podría haber comenzado con un esquema razonablemente práctico que remitiese a la variada acepción de la palabra nudo para la RAE (la Real Academia Española). Incluso podría haber enriquecido tal esquema, contrastando las acepciones en otros idiomas no latinos. Pero si de nudos se trata, resulta más sugerente y aventurado haber comenzado con un rodeo, y apuntar luego a aquello que aparentemente desplaza el foco de la atención: el proceso, la acción, su importancia.
Del mismo modo, tomar al nudo como a la relación social misma, subraya la intervención antropológica como capacidad, en la cual la imaginación al servicio de la producción de descripciones y explicaciones razonables no sea algo accesorio o condimento poético sino condición de posibilidad.
En otras palabras, pensar procesualmente esos nudos es dar lugar al desenlace. Porque los nudos también implican trazos, suponen maleabilidad y movimiento; de hecho hay nudos corredizos y fijos, ciegos y visibles, literarios y materiales, físicos y metafísicos…
En este sentido, retomando la cuestión de la elección idiomática planteada al comienzo, cabe señalar que parte de la afirmación política que subyace a este trabajo también anuda de manera particular a la experiencia, y a las condiciones contingentes y arbitrarias que la moldean en lo cotidiano. Por ejemplo, los hispanoparlantes —no solamente— nos vemos forzados a temer los nudos lingüísticos que son en realidad nudos de prácticas y condiciones de posibilidad (el lado oscuro, subalterno, de las publicaciones, debates, evaluaciones, etc.). Sin embargo, hemos aprendido a encontrarles —paciente y penosamente— la vuelta; ya que cortarlos sería profundizar el aislamiento. Digamos que entre el matrimonio y cortar el nudo, salvarlo es precisamente discutir su afable y aparentemente necesaria integridad.
¿Entonces, dónde radican los nudos, dónde el nudo, dónde ambos? ¿Podría ser esta distinción de algún valor para iluminar la ingente tarea de pensar los efectos diferenciales entre la recursividad y la posibilidad, entre la cosa y el proceso?
Al realizar la importancia de los compromisos imaginativos, intervenir comprometidamente, ‘anudadamente’, en la producción de lo social, sugiere ir más allá de considerar los nudos como filos dobles, ambivalencias y paradojas. Pueden ser una manera de acceder y estar en el mundo, un enfoque de lo social, lo humano y la naturaleza, y de sus relaciones.
La antropología parece estar privilegiadamente posicionada para acometer esta tarea ya que sus modos, instrumentos y valores para percibir, compartir y representar el mundo no son nunca directos, ni individuales, ni literales. De hecho, el desafío de dar cuenta de lo social en proceso de manera procesual es uno de los nudos que animan el interés contemporáneo por la etnografía y la producción de teoría etnográfica. Como en una danza rabelesiana, lo exótico puede tomar el lugar desde el cual miramos y cuantificamos lo normal, y la normalidad ser la vara alternativa para llorar nuestras miserias. Celebremos.
Evitar considerar el nudo como meramente un aspecto problemático y un obstáculo tampoco significa fetichizar su recurso. De hecho, el nudo gordiano es en sí mismo paradigma de este dilema práctico material, moral y político: ¿cortarlo o desanudarlo? Ciertamente, no es lo mismo; tampoco debería serlo.
Epílogo: símbolos y sensaciones
El nudo en la garganta, de angustia y nostalgia, paralizador
El nudo ideológico, de convicciones e ideales, de valores
El nudo marinero de seguridad y de viaje, de fortaleza
El nudo pescador, de artesanía y beneficios manipulables, de trampa
El nudo de la correa, de propiedad y apropiación, de esclavitud, domesticación
El nudo de la corbata, de clase y de ocupación, de status, de vanidad
El nudo como enclave, de encuentro y confusión de mezcla y tráfico
El nudo de distancia, de velocidad, ponderable, cuantificable-
Recuerdo que cuando niña, que unos de mis pasatiempos preferidos del
verano era jugar con los elementos de pesca de mi padre. Tenía prohibido hurgar entre los anzuelos, pero los señuelos, los ganchos de carnada, las boyitas multicolores y demás artefactos hechos de plumas, metal, abalorios y madera eclipsaban mi atención. En la caja de pesca, además, solía haber muy a menudo uno o dos enjambres de hilo de pescar, tan enredados como desafiantes. Pese a mis tozudos esfuerzos, no logré desarrollar pericia en el campo de desenredar esos ovillos marinos; pero jama olvidaré la lección de mi padre al respecto: no hay que dedicarse primero a lo que parece más anudado, sino ir abriendo desde los pedacitos más flojos. Así, la técnica de rodear al nudo fue lo más cercano a la victoria.
Me pregunto si no sería igualmente buena para abordar y revertir nuestros supuestos coloniales, y dar rienda suelta a otras formas de lidiar imaginativamente con la otredad que practicamos al hacer antropología.
Sintonizar nuestra práctica con la intervención en el mundo donde la realizamos (en el campo, en las publicaciones, en las aulas, en las charlas informales, en la correspondencia…) es celebrar la dimensión procesual de la utopía —nunca total, ni completa, ni acabada en su concreción pero cuya representación e importancia involucra productivamente la condición y el camino para descubrir, encontrar y resolver aquello que se nos presenta como nudo.
Los nudos tienen, en este sentido, una notable afinidad con los espejos borgianos, que tanto le fascinaban y le aterrorizaban simultáneamente al maestro de la develación de la absurdidad delos nudos.
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Julieta Gaztañaga
(Dra. en antropología, Profesora adjunta de la Universidad de Buenos Aires e Investigadora de CONICET, Argentina)
[1] A título personal, paso más tiempo intentando descifrar trámites burocráticos que pasando en limpio mis registros de campo; y lo peor del caso es que solamente hay controles establecido para la primera tarea, mientras que la segunda queda en las sombras del secreto profesional y el desorden de los cuadernos, los archivos virtuales, las anotaciones a mano, los papeles sueltos, puesto que solamente parece importar el producto final: ¡el cuantificable y traducible en puntos y marcas en una grilla, el artículo peer reviewed! El postfordismo académico es un lugar frío y oscuro…